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Espero que en el día de hoy me permita el lector hacer un pequeño y fugaz viaje por la historia, no tan lejana, de la represión en Canarias. Quiero hoy sacar a colación este tema por que he leído que el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Jerónimo Saavedra, ha visitado hoy la tumba del presidente del Gobierno de la II República, Juan Negrín, en el cementerio parisino de Pere-Làchaise. En este acto, Saavedra ha dejado un centro floral con el escudo de la ciudad sobre la lápida del que fuera jefe del Ejecutivo español. La importancia de esta noticia radica, según el gabinete de prensa del ayuntamiento capitalino, en que esta es la primera vez que un alcalde de Las Palmas de Gran Canaria ha visitado y rendido honores al, hasta ahora, único hijo de la ciudad que ha ocupado el máximo cargo de responsabilidad en el Estado.

En este vento el alcalde estuvo acompañado por la nieta del presidente, Carmen Negrín, y el presidente de la Fundación Juan Negrín, José Medina.

Nada tengo contra este evento, vaya por delante este hecho, pero he de recordar que Juan Rodríguez Doreste ya hizo lo suyo por recuperar la figura de Negrín en la capital y tiene ya su monumento, aunque no visitara su tumba. Mi crítica se lanza hacia quienes recuerdan a grandes personajes, una y otra vez, cuando desgraciadamente la represión en Canarias dejó bastantes víctimas a su paso. Mi crítica va hacia quienes siguen perpetuando con sus actos que hay personajes históricos de primera y segunda categoría y pasan por nuestra memoria de puntillas, no dando a conocer en profundidad nuestra historia y sólo promoviendo la realización de actos que quedan en meros símbolos de cara a la galería que no dejan rastro tras de sí, y me sugieren entre otras las siguientes preguntas:

¿Ha aplicado el ayuntamiento capitalino la ley de memoria histórica?¿lo ha hecho el Cabildo de Gran Canaria? ¿Podemos contar con un centro de interpretación sobre la represión y postguerra en Canarias? ¿Se da esta materia en nuestros centros educativos?¿Hemos recuperado los restos de todas las víctimas, las hemos identificado y dado a sus familiares para que les den digna sepultura?¿se han anulado las sentencias que culpabilizaban y condenaban a quienes defendieron los valores democráticos? ¿Se ha realizado algún homenaje colectivo a estas personas, a parte de los que realizan las diferentes asociaciones de memoria del archipiélago?

Sigo esperando encontrarme algún día con un busto o una calle de Eduardo Suárez, de las víctimas del Dómine o de los fusilados y represaliados de San Lorenzo como Juan Santana Vega, Francisco González Santana, Matías López Morales, Antonio Ramírez Graña y Manuel Hernández Toledo. Sigo esperando un digno homenaje para aquellos que, más allá de su ideología política, dieron su vida por defender los valores democráticos. En este último caso, permítanme sumarme al homenaje que mi compañero Juan Francisco ha realizado a través de un reciente artículo, a quienes además de sufrir los maltratos sufrieron la pérdida de su identidad al ser “eliminado”, según un titular falangista de la época, el Municipio de San Lorenzo. No obstante he decirles que no consiguieron su objetivo y sigue vivo en muchos corazones que harán de él de nuevo una realidad.

Innumerables son, en definitiva, estas personas e incalculable es el valor de todas las vidas humanas que se perdieron además del sufrimiento de sus familiares. Por eso finalizo esta reflexión diciendo Negrín sí, pero no nos olvidemos de los demás que no son, ni más ni menos.

Jennifer Guerra Hernández

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