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Categoría: Historia
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Hoy quiero escribir sobre la militancia y, en primer lugar, debemos acudir al diccionario para poder leer lo que al respecto se nos dice sobre ella: “Pertenencia de una persona a un partido político u organización política, sindical o social”, también podemos leer que se trata de: “Actitud y actividad de la persona que defiende activamente una idea u opinión”. Una vez hemos podido leer sobre lo que significa militancia podemos posicionarnos en dónde nos ubicamos, en la primera o en la segunda acepción, y, a nivel personal, decirles que siempre he hecho de la segunda acepción mi definición, con la que me siento totalmente identificado.

Recuerdo aquellos años que con orgullo manifestaba, y en el fondo sigo considerándome así, que era un ácrata convencido, un anarquista que tenía su propio punto de vista, su propio mundo onírico e ideal. Me explico. Siempre pensé, y en este sentido intento comprender y respetar cualquier opción al respecto, que ser ácrata era, a  nivel social, un imposible, una maravillosa utopía, y a ello me llevó, entre otras razones, mis aficiones, mis estudios y mis lecturas. Yo seguía y, repito, que aún lo sigo siendo en cierta medida en mi fuero más interno un anarquista de corazón, en mis sueños, en mis conversaciones conmigo mismo, en aquellas jóvenes venas, en los caminos que quise recorrer, en mi interior luchaba aquel ideal ácrata pero comprendía que a nivel social no se podía poner en práctica de forma clara y manifiesta, aunque ejemplos al respecto ha habido. Siempre me quedé con aquel joven anarquista, pacífico y soñador, y aún hoy en día siento que vamos muy juntos de la mano.

Pasaron los años y las invitaciones a entrar en partidos políticos y sindicatos no faltaron. De hecho, en alguna ocasión, di mi consentimiento para con mi fotografía apoyar a cierto sindicato, por supuesto siempre de izquierdas, pero en eso quedó porque yo tenía muy clara, hasta ahora así ha sido, que mi militancia era libre y no borreguil ni conducida. Mi voz no se podía apagar por defender una causa o ideal de partido porque, en ocasiones, muy posiblemente, no estaría de acuerdo con principios y normas que me quisieran ser impuestas, porque no entiendo de eso que se llama obediencia de partido, y es por ello que jamás formé parte activa de ningún partido ni sindicato. No he dejado de trabajar en lo que me gustaba, y me sigue gustando, y ello me ha dado grandes satisfacciones. Jamás se me pasó por la cabeza desempeñar un cargo político o sindical, entre otras razones, porque no se me apetecía. Ahora no es momento de arrepentirse, entre otras razones, por ver y padecer en qué manos estamos, ni tampoco me he preguntado la razón por la que no lo hice porque la respuesta es clara y rotunda, jamás me interesó ni tampoco era una meta en mi vida. Creí y acerté, de ello estoy totalmente convencido, a elegir el camino, mi camino, y ello me ha supuesto grandes satisfacciones, en la medida de lo posible, porque me he dedicado a lo que realmente me gustaba y apetecía.

Siempre defendí que mi opinión no sería manipulada ni utilizada por nadie y esa sensación de libertad de palabra me ha supuesto múltiples positivas experiencias, y también multitud de problemas, porque no vamos a ser tan necios de no reconocerlo. Siempre les he dicho a mis alumnas y alumnos, a esos que he visto con un gran nivel de compromiso social, que no dejen de ser críticos con cualquier tipo de ideales, sean de la opción que sean, porque siempre debe primar el derecho a la vida, los DERECHOS FUNDAMENTALES de los seres humanos y por ello deben ser críticos con cualquier sistema político, con cualquier opción, con cualquier opinión que crean que no respeta su propio código deontológico, es decir, su código moral. A nivel personal me he decantado, siempre, por las ideas que arropan a la sociedad en su conjunto, y sobre todo con aquellas que enarbolan como bandera la defensa social, fundamentalmente de las que se comprometen con los más desfavorecidos. Por ello me considero, y jamás cambiaré este sentir, un ser humano de izquierdas, no olvido jamás al joven anarquista, porque entre mis premisas destacan los aspectos sociales y no los particulares ni los que favorecen a las clases privilegiadas, poder económico incluido. Eso no quiere decir que si las cosas no se hacen bien se deban dejar de criticar y aportar soluciones para mejorar pero nunca que las decisiones tomadas a priori y por despecho o desesperación, que lo vemos muy a menudo a nuestro pesar, incidan en nuestras soluciones como si de un castigo se tratara. A todo ello he llegado por convencimiento y nunca por imitación ni por quedar bien con nadie.

Jamás he hecho algo contra mis propias convicciones y siempre he defendido, a nivel social y profesional, la verdad aunque a otros no les gustara escucharla. No han logrado doblegarme, aunque lo intentaron en multitud de ocasiones, y es por ello que, más de una vez, la constancia se aferrara a mí y fuera mi inseparable compañera y también, por momentos, la impotencia que sentía al ver las injusticias y las llamadas y toques de atención para que abandonara, la lucha pacífica por la recuperación de la verdad histórica y la dignidad de otros seres humanos, pero no lograron su propósito porque tenía claro lo que debía abrazar y defender. Si a eso se le llama militancia, de forma inequívoca, SOY MILITANTE.

Juan Francisco Santana Domínguez